30 gotas

Como la mayoría sabe, tomo un pequeño medicamento recetado por el psiquiatra, llamado  coquan, no es que me sienta en estos momentos ni alegre ni triste, solo rara, porque hace 24 horas me hicieron un lavado, en fin nada grave ha pasado.

Cuando la tristeza invade tu mente, y todos los monstruos que se han construido a lo largo de nuestras vidas empiezan a aparecer, y volverse más y más grandes es momento de decirles STOP parar con ellos, y no dejar que te dominen.

30 gotas de coquan inducen a un coma para toda la vida, si, me lo tome, desesperada, mirándome al espejo, repudiándome, por no ser una persona valiente, capaz de parar a unos cuantos bichos o unos cuantos problemas que detienen mis sueños de tratar de ser alguien en esta vida, 30 gotas que las miraba como mi salvación y aunque alguna gente creé que fue egoísta de mi parte haberme tomado aquella dosis, pues era en lo que menos pensé, pues se me pasaron imágenes de mi perrito leo, de mi madre que tanto ha llorado últimamente, de mi padre siempre tratándome de proteger, de mi hermano apoyándome cuando más los necesito, de uds, tratandome de dar toda la fuerza en cualquier momento a pesar de la distancia, de la gente que he conocido y de los que he apartado, de todos mis errores y mis fracasos, de mis pocos éxitos, de los momentos más bonitos que he pasado en mi vida, sin embargo mi frustración, mis ganas de llorar, mi impotencia, me sentía como una carga y sin negarlo aun me siento así, una mera cucaracha tiene más suerte de la que yo tengo, tiene más ganas de vivir.

30 gotas en un pequeño vaso de agua, comenzaron a hacer efecto, aquel sabor amargo pasaba por mi lengua y mi garganta, saboreando la muerte, mirando que me acercaba a otro mundo distinto. De repente oí un toc toc en mi puerta; a lo lejos se escuchaba la voz de mi padre, gritando mi nombre; un poco mareada he abierto la puerta  y solo le dije, "lo siento", llore un poco y he caído en mi cama, es ahí y no más lo que recuerdo.

Un intento al quitarme la vida, mi madre al despertar se ha puesto a llorar y a decirme,¿ por qué quieres hacerme daño?, ¿por qué quieres arrancarte de mí?, que no entiendes que eres parte de mí y yo de ti. Fueron las palabras que oí, y yo solo con un dolor en la garganta, la abrace.

No quiero volver a caer en un estado así de depresivo; pero no prometo nada, no me esforzare en sonreír, no me esforzaré en fingir que todo está bien, solo he decidido que si es hora de gritar, pues gritaré.

Pero  si vuelvo a entrar en ese estado, no titubearé en volverlo a intentar.